La disolución del Imperio Romano de Occidente significo la desaparición de un Estado único y centralizado, que durante siglos, había gobernado sobre un territorio vastísimo. A partir de entonces, el Imperio quedo dividido en espacios menores autónomos, que fueron llamados reinos Romano-germánicos. El asentamiento de los germanos tuvo algunas consecuencias. Se produjo una fuerte decadencia de las ciudades, asimismo una parte importante de la población traslado a las áreas rurales. La decadencia urbana provoco una fuerte disminución de las actividades comerciales. Con el paso del tiempo los germanos se fueron convirtiendo al cristianismo. De este modo la iglesia fue adquiriendo más protagonismo, en especial el obispado de Roma, funcionando como asesor en la administración de los reinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario